martes, 31 de marzo de 2009

domingo, 29 de marzo de 2009

aLguNos SoNeToS (William Shakespeare)

LXII
El pecado de amarme se apodera
de mis ojos, de mi alma y de mí todo;
y para este pecado no hay remedio
pues en mi corazón echó raíces.
Pienso que es el más bello mi semblante,
mi forma, entre las puras, la ideal;
y mi valor tan alto conceptúo
que para mí domina a todo mérito.
Pero cuando el espejo me presenta,
tal cual soy, agrietado por los años,
en sentido contrario mi amor leo
que amarse siendo así sería inicuo.
Es a ti, otro yo mismo, a quien elogio,
pintando mi vejez con tu hermosura.

LXV
Si la muerte domina al poderío
de bronce, roca, tierra y mar sin límites,
¿cómo le haría frente la hermosura
cuando es más débil que una flor su fuerza?
Con su hálito de miel, ¿podrá el verano
resistir el asedio de los días,
cuando peñascos y aceradas puertas
no son invulnerables para el Tiempo?
¡Atroz meditación! ¿Dónde ocultarte,
joyel que para su arca el Tiempo quiere?
¿Qué mano detendrá sus pies sutiles?
Y ¿quién prohibirá que te despojen?
Ninguno a menos que un prodigio guarde
el brillo de mi amor en negra tinta.

LXXI
Cuando haya muerto, llórame tan sólo
mientras escuches la campana triste,
anunciadora al mundo de mi fuga
del mundo vil hacia el gusano infame.
Y no evoques, si lees esta rima,
la mano que la escribe, pues te quiero
tanto que hasta tu olvido prefiriera
a saber que te amarga mi memoria.
Pero si acaso miras estos versos
cuando del barro nada me separe,
ni siquiera mi pobre nombre digas
y que tu amor conmigo se marchite,
para que el sabio en tu llorar no indague
y se burle de ti por el ausente.

XCI
Unos se vanaglorian de la estirpe,
del saber, el vigor o la fortuna;
otros, de la elegancia extravagante,
o de halcones, lebreles y caballos;
cada carácter un placer comporta
cuya alegría a las demás excede;
pero estas distinciones no me alcanzan
pues tengo algo mejor que las incluye.
En altura, tu amor vence al linaje;
en soberbia al atuendo; al oro en fausto;
en júbilo al de halcones y corceles.
Teniéndote, todo el orgullo es mío.
Mi única miseria es que pudieras
quitarme todo y en miseria hundirme.

XCIV
Tu capricho y tu edad, según se mire,
provocan tus defectos o tu encanto;
y te aman por tu encanto o tus defectos,
pues tus defectos en encanto mudas.
Lo mismo que a la joya más humilde
valor se da en los dedos de una reina,
se truecan tus errores en verdades
y por cosa legítima se tienen.
¡Cómo engañara el lobo a los corderos,
si en cordero pudiera transformarse!
Y ¡a cuánto admirador extraviarías,
si usaras plenamente tu prestigio!
Mas no lo hagas, pues te quiero tanto
que si es mío tu amor, mía es tu fama.

CVI
Cuando en las crónicas de tiempos idos
veo que a los hermosos se describe
y a la Belleza embellecer la rima
que elogia a damas y señores muertos,
observo que al pintar de sus dechados
la mano, el labio, el pie, la frente, el ojo,
trataba de expresar la pluma arcaica
una belleza como la que tienes.
Así, sus alabanzas son presagios
de nuestro tiempo, que te prefiguran,
y pues no hacían más que adivinarte,
no podían cantarte cual mereces.
En cuanto a aquellos que te contemplamos
con absorta mirada, estamos mudos.

CXXIII
Tiempo, no has de jactarte de mis cambios:
alzas con nuevo brío tus pirámides
y no son para mí nuevas ni extrañas
sino aspectos de formas anteriores.
Por ser corta la vida, nos sorprende
lo antiguo que reiteras y que impones,
cual si fuera lo nuevo que deseamos
y si no conociéramos su historia.
Os desafío a ti y a tus anales;
no me asombran pasado ni presente,
pues tus anales y lo visto engañan
al transformarse mientras te apresuras.
Por mí, te juro que he de ser constante
a pesar de tu hoz y de ti mismo.

CXLVI
Pobre alma, centro de culpable limo
a la que burla, indócil, quien la ciñe,
¿por qué adentro sufrir afán y hambre
si pintas lo exterior de alegre lujo?
Si el contrato es tan breve, ¿por qué gastas
ornando tu morada pasajera?
¿Tendrá por fin tu cuerpo sustentar
al gusano que herede tu derroche?
Vive, alma, a expensas de tu servidor;
que aumenten sus fatigas tu tesoro;
y cambia horas de espuma por divinas.
Sé rica adentro, en vez de serlo afuera.
Devora tú a la Muerte y no la nutras,
pues si ella muere, no podrás morir.

EnSaYo (MeToDo DeL DiScURsO dE ReNe DeScArTeS)

Discurso del Método.
Pienso,...luego existo.
René Descartes nació el 31 de marzo de 1596 en Francia.

Se considera a Descartes, como el padre de la Filosofía Moderna, y en gran parte, esto se debe a su “Discurso del Método”. Pero qué es esto del discurso del Método...es un libro?...un discurso?...una forma de pensar?...qué es?
Es la principal obra escrita por Descartes, se publicó en 1.637, lo hizo como el prólogo a tres ensayos: Dióptrica, Meteoros y Geometría; agrupados bajo el título conjunto de Ensayos filosóficos.

Se trata de una forma de pensar, de una manera de investigar y llegar a la verdad. Para esto se basa en cuatro principios:
1. No admitir como verdadero lo que consideramos que lo es, sino dudar de todo aquello que creemos que es verdad y analizarlo profundamente, sacando de nuestro cerebro todo prejuicio o concepto anterior, aceptado como cierto.
2. Dividir cada problema en tantas partes como sea preciso. Esto quiere decir que hay que analizar un problema de todas las formas, someterlo a pruebas y dividirlo en tantas partes como sea posible para demostrar su veracidad.
3. Ordenar los pensamientos de lo más simple a lo más complicado. De lo más pequeño a los más grande. De lo simple a lo complejo. De las partes al entero.
4. Practicar revisiones o recuentos para ver que nada se omita. Una vez que se ha analizado parte por parte todos los componentes que conforman un concepto, una verdad o un fenómeno, tenemos que organizarlos y comprobar si es una verdad o una mentira.

Pienso que Descartes, para la época en que vivió y en base a todos los conceptos y verdades que se aceptaban en aquellos tiempos, fue un pensador y filósofo muy sabio que se adelantó a su tiempo y al entorno que le rodeaba.
Ponerse a dudar en aquella época de todo lo que se aceptaba como verdad absoluta e incuestionable, ser escéptico sobre la ciencia y la religión, demandaba mucho valor y coraje. Debemos recordar, que en aquellos años, la Inquisición y la ignorancia enviaban a la hoguera a personas que cometían “pecados” más pequeños que el que cometía el irreverente Descartes.

Es así que Descartes nos heredó una forma muy particular de ver las cosas e iluminó el entendimiento de los seres humanos. Nos enseñó a no aceptar como verdad todo lo que las personas, creen que lo es, o todo lo que a nuestros sentidos parece serlo. Nos hizo ver que nuestros sentidos pueden engañarnos, que las personas pueden estar equivocadas y que toda verdad debe ser sometida a pruebas y contrapruebas, para ser aceptada como tal.

El método de Descartes puede ser aplicado a todas las artes y ciencias, a todo lo que nos rodea e influye en nuestras vidas, a los fenómenos que entendemos y a los que no podemos encontrar explicación, es decir que gracias a Descartes nos dimos cuenta que no todo lo que vemos es realmente lo que vemos y que así mismo, no todo lo que aceptamos como verdadero, lo es realmente.
Debemos dudar, preguntar, investigar,...volver a hacerlo...así llegar al conocimiento y posiblemente a la verdad.
Luego de esto, me pregunto, para qué sirve conocer la verdad, qué utilidad tiene, qué sentido le da a nuestras vidas, cuál es el objetivo de buscarla y tratar de encontrarla.

Somos un minúsculo punto en la inmensidad del Cosmos, una mínima partícula en lo infinito que parece ser el universo, una más y pequeña luz en el espacio. Quiénes somos, de dónde venimos, qué hacemos aquí, porqué no nos ponemos de acuerdo de nuestro origen,...por qué...por qué y por qué,...como vemos, tenemos muchas preguntas y tal vez una sola respuesta...es por eso que el pensamiento de Descartes es muy importante en nuestra existencia, en nuestra manera de entender la vida, en nuestro caminar como especie humana y en nuestra evolución continua, hasta navegar por el espacio, visitar nuevos mundos y ser eternos como individuos de un planeta muy pequeño al que llamaban Tierra y que un día gracias a un hombre llamado René Descartes, tuvieron el valor de dudar y buscar verdades fuera de los límites del entendimiento y la razón.

SeR o No SeR (William Shakespeare)

Hamlet: ¡Ser, o no ser, es la cuestión!—¿Qué debe
* más dignamente optar el alma noble
* entre sufrir de la fortuna impía
* el porfiador rigor, o rebelarse
* contra un mar de desdichas, y afrontándolo
* desaparecer con ellas?
* Morir, dormir, no despertar más nunca,
* poder decir todo acabó; en un sueño
* sepultar para siempre los dolores
* del corazón, los mil y mil quebrantos
* que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
* concluir así! Morir... quedar dormidos...
* Dormir... tal vez soñar!—¡Ay! allí hay algo
* que detiene al mejor. Cuando del mundo
* no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
* vendrán en ese sueño de la muerte!
* Eso es, eso es lo que hace el infortunio
* planta de larga vida. ¿Quién querría
* sufrir del tiempo el implacable azote,
* del fuerte la injusticia, del soberbio
* el áspero desdén, las amarguras
* del amor despreciado, las demoras
* de la ley, del empleado la insolencia,
* la hostilidad que los mezquinos juran
* al mérito pacífico, pudiendo
* de tanto mal librarse él mismo, alzando
* una punta de acero? ¿quién querría
* seguir cargando en la cansada vida
* su fardo abrumador?... Pero hay espanto
* ¡allá del otro lado de la tumba!
* La muerte, aquel país que todavía
* está por descubrirse,
* país de cuya lóbrega frontera
* ningún viajero regresó, perturba
* la voluntad, y a todos nos decide
* a soportar los males que sabemos
* más bien que ir a buscar lo que ignoramos.
* Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos
* haces unos cobardes, y la ardiente
* resolución original decae
* al pálido mirar del pensamiento.
* Así también enérgicas empresas,
* de trascendencia inmensa, a esa mirada
* torcieron rumbo, y sin acción murieron.

William Shakespeare


William Shakespeare (también deletreado Shakspere, Shaksper y Shake-speare, porque la grafía en tiempos isabelinos no era ni fija ni absoluta) nació en Stratford-upon-Avon, en abril de 1564. Fue el tercero de los ocho hijos que tuvieron John Shakespeare, un próspero comerciante que llegó a alcanzar una destacada posición en el municipio, y Mary Arden, que descendía de una familia de abolengo.
El 28 de noviembre de 1582, cuando tenía 18 años de edad, Shakespeare contrajo matrimonio con Anne Hathaway, de 26, originaria de Temple Grafton, localidad próxima a Stratford.Parece que había prisa en concertar la boda, tal vez porque Anne estaba embarazada de tres meses. Tras su matrimonio, apenas hay huellas de William Shakespeare en los registros históricos, hasta que hace su aparición en la escena teatral londinense. El 26 de mayo de 1583, la hija primogénita de la pareja, Susanna, fue bautizada en Stratford. Un hijo, Hamnet, y otra hija, Judith, nacidos mellizos, fueron asimismo bautizados poco después, el 2 de febrero de 1585; Hamnet murió a los once años, y solamente llegaron a la edad adulta sus hijas. A juzgar por el testamento del dramaturgo, que se muestra algo desdeñoso con Anne Hathaway, el matrimonio no estaba bien avenido.Los últimos años de la década de 1580 son conocidos como los 'años perdidos' del dramaturgo, ya que no hay evidencias que permitan conocer dónde estuvo, o por qué razón decidió trasladarse de Stratford a Londres. Según una leyenda que actualmente resulta poco creíble, fue sorprendido cazando ciervos en el parque de Sir Thomas Lucy, el juez local, y se vio obligado a huir. Según otra hipótesis, pudo haberse unido a la compañía teatral Lord Chamberlain`s men a su paso por Stratford. Un biógrafo del siglo XVII, John Aubrey, recoge el testimonio del hijo de uno de los compañeros del escritor, según el cual Shakespeare habría pasado algún tiempo como maestro rural.
A continuación se listan las tragedias completas de Shakespeare, ordenadas según la fecha aproximada de su composición:
• Tito Andrónico (1592)
• Romeo y Julieta (1595)
• Julio César (1599)
• Hamlet (1601)
• Troilo y Crésida (1602)
• Otelo (1603-1604)
• El rey Lear (1605-1606)
• Macbeth (1606)
• Antonio y Cleopatra (1606)
• Coriolano (1608)
• Timón de Atenas (fecha desconocida)